Pitágoras, tomado en la época como algo más que un filósofo, recibió la categoría de «hombre divino», un ser con superiores poderes de comprensión e interpretación de los supremos misterios de la naturaleza. No constituye tampoco esta circunstancia una novedad en la historia de la filosofía, aunque lo cierto es que en el caso del pitagorismo adquirió unos rasgos extraordinarios, incluso excéntricos, pero de ninguna manera «desorbitados», de hecho, sostenían que el orden del cosmos provenía de la razón matemática, la cual hacía posible que cada cosa (por ejemplo, cada astro o criatura viviente) estuviese en su lugar, siguiese su camino u órbita y cumpliese con su función según la ley universal que rige la totalidad.
ISIS SIN VELO T. III CAPÍTULO V
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Apréndelo todo, pero resérvalo para ti.
MÁXIMA GNÓSTICA.
Hay un Dios superior a los demás dioses y más divino
que los mortales, cuya forma no es ...
LO QUE NO DEBE HACER EL TEÓSOFO
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PREG. ¿ Tenéis en vuestra Sociedad algunas leyes o cláusulas prohibitivas
aplicables a los teósofos?
TEÓS. Muchas; aunque, ¡ay!, ninguna es obligatori...